No importa que digan que la tecnología aleja, aísla y
desensibiliza. Mi paseo por la feria ha sido de altas y bajas, de nauseas y
alegrías, de emociones extremas y dolores profundos. Han pasado por mi espacio
cientos de personas, la gran mayoría, por no decir todas, ya han desaparecido. Fueron bits que se posaron en mi mente, en mi
existencia y se fueron con un simple “supr” por donde llegaron.
Ella llego así, de forma espontanea, como las teorías ancestrales.
Llego con al clik de un correo y con las primeras y sobadas palabras de
siempre en un chat: "hola". Lo curioso aquí es que a ese "hola" le siguió otra
palabra más, y después otra charla más, y después otra foto más, y luego una anécdota
más, y de ahí una confesión más, y de eso en adelante lo único que siguió fue
una larga cadena de cercanías vía un maldito cable de fibra óptica.
Aún recuerdo cuando desapareció por algunos meses. No quedo
más que romper la barrera del ciberespacio y marca para preguntar: “¿cómo
estás?”. Había sentimientos que no dejaban que desapareciéramos de la vida del
otro.
Hoy día, ella ha concluido una etapa muy importante de su
vida, una en la que le acompañe pobremente, pero ahí estuve. La conocí cuando salía
a descubrir el mundo a través del conocimiento, de la academia, de esa
convivencia con el ámbito universitario y todo lo que le rodea. Y me da
alegría, orgullo, satisfacción y mucha ilusión que comience ahora el camino del
ejercicio de esta actividad que no todos entiende, pero a los pocos nos
apasiona.
Muchas felicidades Anna por ser una nueva Politóloga en este
país tan necesitado de personas profesionales que comprendan a importancia de
la política para el futuro de una sociedad. Y sí, gracias por ser mi amiga.
Atte.
Desde la siempre constante distancia…
Yop.
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