viernes, mayo 21, 2010

De lo absurdo a lo patético

Sin pretender ser parte del Reality Show en el que se convirtió el caso de la niña Paulette, existe la necesidad personal de analizar, no el caso (faltaba más, con mis dotes de Sherlock), sino el desempeño de la autoridad.

Y no es que sea de piedra, que no sienta pena por el simpe hecho de la trágica muerte de la pequeña, tanto por su edad como por su condición psicomotriz, siento la misma pena que por todos los niños, niñas y bebes que mueren cada día a manos de padres, madres, padrastros y madrastras, o cualquier otro familiar, que desquisiadamente acaba de manera violenta con su vida y que adosan los periódicos sensacionalistas, esos de tres pesos.

Lo preocupante aquí es el precario desempeño de la autoridad. De cómo pretendieron ser una agencia de investigación tipo serie gringa y van a terminar peor que la Tremenda Corte juzgando a Tres Patines.

El manejo del caso está repleto de fallas; pero son fallas no solo de la procuración de justicia del Estado de México, es un mal nacional, tanto a nivel local como federal. Y es que, quienes de repente ocupamos el tiempo libre para ver alguna serie policiaca al estilo estadounidense y tenemos el mínimo de conocimiento en materia penal, sabemos que lo más importante de una investigación es el inicio de la misma.

Seamos honestos: la forma de trabajar de las procuradurías es más imprecisa, por no decir desaseada, de lo que se puede imaginar. Y paso a una descripción simple y lógica. Que no es otra cosa que el producto de estos minutos de Columbo mezclado con Viny Terranova, tampoco es la panacea aclaro.

Un verdadero sistema de seguridad pública y procuración de justicia tendría, de inicio, verdaderos profesionales en los centros de atención telefónicos para emergencias (de entrada ni siquiera hay un numero nacional para ello). Si existiera, el oficial (porque tendría que ser un oficial de policía perfectamente capacitado o capacitada) al recibir la denuncia de los padres sobre la desaparición y preguntar de qué lugar desapareció la niña, al saber que fue de su propia casa, lo plasma en el reporte, para que de esta manera los oficiales y agentes que se trasladen tengan ese antecedente importantísimo. Deben de llegar los cuerpos de seguridad y de investigación, con un agente del ministerio público que de fe de las primeras indagatorias. Los agentes de seguridad deben de acordonar la zona, como no hay homicidio, este aseguramiento debería de ser discreto, pero efectivo para evitar que, si aún anda la niña por ahí, si está herida, si los captores aún no salen de la zona, esto se prevea. Si la desaparición fue de la casa, se resguarda toda ella, y los agentes no solo llegan e interrogan a los testigos presenciales (la familia, las trabajadoras domésticas, el personal de seguridad), sino comienzan a buscar rastros de la niña, buscan en el cuarto, DEBAJO DE SU CAMA, en los closets, en las ventilas, en los pasillos, en las alacenas, etc.; todo eso va a parar a la averiguación previa y al reporte de las primeras indagatorias. Lo único lógico que sucedió fue el posterior arraigo de los padres y las empleadas domésticas, porque ellos y solo ellos fueron los únicos que estaban en el inmueble al momento de descubrir la ausencia de la niña.

Es por todos ya conocido, la torpeza con que se desempeño la autoridad en los días posteriores. Permitiendo que entraran reporteros, agentes a diestra y siniestra, familiares y amigos de la pequeña. ¡Era la escena de un crimen! En este caso un rapto, ¡la desaparición de una niña de cuatro años, impedida para desplazarse por ella misma, de su propia casa! Podrían existir huellas, rastros de sangre (por si fue violento el hecho), circunstancias del lugar que indicarán si alguien más estuvo durante la noche en la casa (¿Qué cenaron y quién? ¿Qué hay en los botes de basura? ¿Concuerda? ¿Dónde y cómo estaba la ropa que uso la niña? ¿Deshicieron las maletas del viaje a Valle de Bravo? ¿Qué medicamentos estaba tomando la niña? ¿Estaban ahí?), después del arraigo se hubieran emitido las solicitudes para poder acceder al inmueble y a los bienes de la familia, revisar todos y cada uno de los lugares, revisar el o los equipos de computo, saber si hay archivos y rastros de posibles amenazas contra la familia. Todo con la idea de que nadie más estuvo en la casa más que los padres y las empleadas (y estás en habitaciones retiradas de los espacios principales de la vivienda).

Y así nos podemos ir, poco a poco. Y en cada uno de los pasos encontraríamos error tras error, omisión tras omisión. Una indiciada que después ya no lo fue. Múltiples llamados a declarar para las empleadas con tal de que dijeran que nunca hicieron el aseo de la habitación y de la cama. Borrado de cintas de seguridad del edificio. Y muchos más etcéteras que todos ya sabemos.

El caso Paulette es, como el caso del Bar Bar, como el del News Divine, como el de Zongolica y las gastritis, como el de los daños colaterales, o peor aún, el de la guardería ABC, ejemplos de procuración de justicia que ya han pasado de lo absurdo a lo patético. Y lo peor es que la indignación de la ciudadanía en poco o nada afecta a las autoridades, que simplemente siguen pasibles y serenas en sus respetivos cargos.

Todo se resolverá pronto. Y veremos cómo se manda a la hoguera a la cama (cama, cama asesina, ojala que te lleve el diablo), sus cómplices las sábanas y el edredón, con el silencio de las almohadas. Y para estas alturas, los padres de los niños de la ABC serán detenidos por omisión y mal uso de la patria potestad de sus hijos al dejarlos en esa trampa mortal; condenaran a Salvador Cabañas por andar echando bronca en los bares a altas horas de la noche y para colmo atravesársele a una bala calibre 22 sin precausión; a los padres de los niños Almanza por obstruir el combate al narco con su presencia y para colmo poner a sus hijos en medio de los balazos; y a los extraterrestres que son cuates de Jaime Maussan por andar llevándose al Jefe Diego sin dejar una nota de “al rato regresamos”. Si pretendieramos medir el nivel de desarrollo de un país solo por la procuración e impartición de justicia, carajo, seríamos menos confiables que un cleptómano cuidando una joyería.

miércoles, abril 21, 2010

"Que ser INGENUO no valga la pena"

Había sido un mal inicio de semana, eso de las economías emergentes que más bien nos sumergen en penurias no es muy estimulante, y si a eso le sumas una catarro con intenciones de ser gripe, pues los ánimos no eran idóneos. Con ese lastre atado a mis pies y manos descubro a media tarde una noticia muy desagradable: "Sabina come hoy con Calderón", y los nudos en la garganta y el hueco en estomago se expresaron por mi.
Bien saben muchos que no soy un fanático tirándole a fundamentalista en esto de mi apego al buen Joaquín, pero si me caló hondo el ver al Flaco tragando camote (como decimos por acá) y visitando a quien llamó ingenuo y de quien dijo había sido cierta monserga tener que comer con él cuando vino con Serrat. Esperé estoico a que dicho evento terminará, a que los participantes declararan y tratar de saber qué y por qué paso. Nada. La mañana de este martes las notas referían declaraciones de Joaquín más diplomáticas que los pretendidos reclamos del Senado al Gobierno Cubano. Seguía esa sensación de vacío. Algo faltaba. Algo no cuadraba.
Y es que resignarme a ver tirada al caño una forma de pensar, de ser, de sentir que ha marcado los últimos seis años de mi vida, no era algo agradable. Sabina ha sido todo, pero en el fondo siempre he encontrado esa parte de libertad y de honestidad que va más allá de sus letras de canciones. Esta en los sonetos. Pero hoy eso amenazaba con derribo inminente.
Llegué ese mismo lunes por la noche y retire de sus respectivos altares todo lo relacionado con él, era un acto de búsqueda de serenidad para saber que paso seguía. Las notas del martes no sirvieron mucho.
Dicen que el destino es un manojo de caminos que uno mismo va eliminando a cada decisión tomada, poco a poco se vuelven menores, pero todos con algo marcado de antemano. Y recrimino al destino por que creo que fue él quien provocó que me llamaran para pedirme de favor que comprara un par de boletos para ver al cantante Roberto Carlos y dos para el buen Bosé, así que aprovechando que salia temprano, me encaminé al Auditorio a cumplir mi encargo. La sorpresa no fue muy grata: dos camiones y cuatro camionetas de la PF repletas de policías en las afueras del lugar me indicaron que algo pasaría, o una de dos: o asistiría Calderón al evento (que fue lo que más presentí), o tenían conocimiento de alguna manifestación cerca del recinto. Mi morbo fue creciendo, y ya armado de valor y de mi credit card, me lance a la taquilla a comprar mis encargos y de una vez una entrada para el concierto que estaba por comenzar, "algo puede pasar y quiero estar ahí".
Las cosas seguían con cierto dejo de misterio y despertaban las suspicacias: cerraron las taquillas una hora antes de lo normal, la circulación se torno lenta y la entrada al estacionamiento fue selectiva. Así que me dispuse a esperar la hora del concierto, no sin antes lamentarme de quemar un camino más del destino al saber que Sabina estuvo comprando suvenirs suyos en los puestos de afuera y yo del lado contrario "como un gilipollas" diría Krahe. En fin, el concierto empezaba ya.
Mejoró el ánimo al percatarme de que dada la poca afluencia de asistentes de ese día en otras áreas del auditorio, a los que teníamos boleto del segundo piso nos pasaron a luneta y a balcones, chingón. Y empezó el concierto. Yo con mala disposición, viendo a Joaquín como a un bicho raro, tratando de buscar al cabrón que me robo las palabras, el alma y el sentir con sus canciones y que en pleno lunes se escupió a la cara, salpicando a quienes le seguimos. Pasaron una, dos, tres canciones, vino la declamación del soneto aquel de "uno canta la misma canción...", pero ese que estaba en el escenario me seguía siendo ajeno. Pero llegó "Peor para el sol" y el público (unas 5 mil almas mas o menos) le coreo aquello de "mientras un servidor le levanta la falda a la Luna", al terminar Joaquín, ese Sabina que canta, enmudeció y el público se le entrego en palmas y vítores, duró aquello un par de minutos creo yo, y conforme los segundos morían los ojos de Joaquín se humedecían y tragaba hondo para no soltar el llanto. Ahí estaba mi Sabina, ese que se enfundó en el traje de intelectual y que se sentía un poco frío para con la gente ya no estaba, estaba el que sabe que son esas palmas y esos vítores los que le han alimentado en cuerpo y espíritu durante estos años. Algo pasaba esa noche, algo tenía que sacar Joaquín en el escenario, porque le oprimía el cuerpo y le estaba jugando una mala pasada. Cantó aquello de "¿y como ir cuando no quedan islas para naufragar?" con la voz entrecortada, Joaquín estaba queriendo regresar a ser Sabina. Y regresó. Al final del concierto canto aquello de "noches de boda" y en la frase "que ser cobarde no valga la pena", soltó un: "que ser ingenuo no valga la pena", y el Auditorio gritó, y más aún cuando después no omitió aquella frase que agrega en México a "y nos dieron las diez": "se que no lo soñé, protestaba mientras me esposaban pinches federales" con más ganas que nunca; federales que para entonces ya no estaban fuera del recinto. ¿A qué fueron? Sigo preguntándome.
Bien valido mi pago. Bienvenido de nuevo el Sabina ese que canta. Bienvenido de nuevo ese gurú de las noches perdidas. Hoy los cuadros penden otra vez de su lugar, y mi libro de letras en la canción de siempre: "El Capitán de su Calle"

miércoles, abril 14, 2010

"Era una noche cualquiera..."

¿Cómo explicarse uno mismo nuestros actos impulsivos? Instinto podría ser. Pero que nadie se llame a defraudado, llegamos por propio pie. Una noche más en el concierto de vagancias bohemias, derroches de canto, de sentimientos y pasiones, de risas y llantos, de amor y su ausencia. Estaba ahí, cual gurú regresando de un año sabático, fresco como solo la sexagésima edad lo permite. Dense prisa, oh timoratos, si le quieren enterrar, pues tiene la costumbre de resucitar. Y ahí está, el amigo de causas perdidas, degenerado y otrora mujeriego. Senseí de los que levantamos la falda a la luna y salimos como gatos sin dueño a los callejones de las noches perdidas.

Repeliendo los fanatismos que degeneran en fundamentalismo, tomo por asalto una butaca y me presto a observar el espectáculo de la libertad, de la desnudes de moralinas, del descaro de admitir que ya brindó a la salud del Diablo, y yo también. Ya no hay en él estridencias, ni excesos, paso de la "raya" por pasar por el aro de las posibles facturas por pagar, sin saldo y en números rojos. Y aquí esta, como un chaval de cuarenta y diez, que parecen cuarenta y nueve, ya entrados en sesenta. Con más emoción contenida que euforia; y eso lo hace más íntimo para quienes pasamos de aquello de desgarrar la laringe con gritos desesperados, de esos que se lanzan al cielo buscando la respuesta divina; eso no, acá las cosas ya son más simples: observamos, sentimos, cantamos y alzamos la voz de vez en vez en los interludios de cada poema hecho canción. Poco los salmos mundanos se fueron cumpliendo, unos responsoriales, otros silenciosos, pero en todos nadie perdió detalle. “Uno canta la misma canción, otra noche en el bar de la esquina, cerca de la estación donde duerme un vagón, cuando el tiempo amenaza rutina”. Y nos dio lo que cada uno esperaba. Su pedazo de paraíso terrenal.

¿Quién fustiga la fe en lo mundano? ¿Quién raya el cuaderno del otro? ¿Quién inventa pecados gastados? ¿Quién señala la viga en el ojo? ¿Quién impide la rima satírica? ¿Quién se ofende por la dicha del vecino? ¿Quién se amarga la vida en vitrinas? ¿Quién se siente pez en el mar del olvido?

No volteemos a ver los calendarios que amenazan con contarnos nuestra vida. Para que malgastar los minutos cuando no sabemos que nos espera detrás de la esquina. Mejor disfrutar de este mundo, aprender a vivir lo imposible, que para los tiempos confusos, rudos, ruines, criminales, en los cuales andamos día a día, lo imposible se traduce en alegrías, en canciones, en bebidas, en amigos, en amores, en trasnoches, en lujuria, en libertad, en tranquilidad, alejados de la bisutería. No volteemos a ver los calendarios, porque tal vez nos dirían, que “era está una noche cualquiera, puede ser que fuera trece, qué más da, pudiera ser que fuera martes”. Hoy Sabina entonó su poesía y encaró de nuevo al enemigo, ese que cada día le cava las fosas, donde, os lo juro, no pretende dormir todavía. Amén.

domingo, abril 11, 2010

No Pienso Abrir

Era el año de 1994, con 18 años encima estaba por terminar mi bachillerato en el IPN. Las noticias de ese entonces no eran otras que la aparición de la guerrilla en la selva Lacandona. Recuerdo muy bien esto porque nos fue pedido un breve ensayo sobre dicho conflicto por la profesora de Filosofía, materia que en esos días no era de mayor trascendencia, dadas mis aspiraciones de ser Arquitecto. Por ende la política no era de mi agrado, mis preocupaciones eran más que triviales y enfocadas a ser un gran artista que plasmará su talento en la edificación. Aquel ensayo verso muy simple y vago, para mi entender de hoy día. Pero recuerdo mucho la frase con la que concluí: “de ahí deriva mi preocupación de lo que está pasando, porque lo último que deseo es ver a mi país en un conflicto como el de los Balcanes”.

Hoy afortunadamente mi visión de la realidad y del mundo es otra, pero el lado desagradable es que las posibilidades, las consecuencias y los riesgos me son más tangibles. Hoy mi país está sumergido en una guerra civil, mexicanos contra mexicanos. Hoy todos los días mueren decenas de personas. Apenas hace unas semanas sentí la misma opresión en el pecho de aquel año del 94 al saber que un gran amigo burlo a la muerte en ese desolado y crítico páramo de la violencia que es Ciudad Juárez cargando aún con la bala en el cuerpo. Apenas ayer descolgaron a dos jóvenes del puente por donde paso cada domingo para llevar a mis hijos a comer un helado y ver una película. Apenas hoy por la mañana asesinaron a un vecino del barrio que tuvo la mala suerte de ser policía municipal, incluso fue mi cuñado por un par de meses en la juventud, pero mi hermana siempre fue de gustos cambiantes. Hoy vuelvo a tener ese mismo miedo de hace 16 años, solo que acrecentado, porque no se qué es lo que pasará con este México.

No sé que cruce por la mente de aquellos en los que recaen las decisiones. Ser politólogo me abre panoramas muy amplios, y eso me lleva a un nivel de angustia mayor, porque no veo un mínimo sendero por donde salir del pantano en el que estamos todos metidos como sociedad. Hoy pasan por mi cabeza los jóvenes de Juárez, los del TEC, los de la sierra, los niños que iban a la playa en Matamoros, y todos aquellos inocentes que no salen en los medios, pero que si crean el vacio de la desolación entre los suyos.

Han dicho que son daños “colaterales”, que toda guerra tiene sus víctimas inocentes. Pero soy honesto: no me resigno a que mi familia ya no pueda salir a la calle, a que no pueda viajar cayendo la noche por miedo a entrar en la “línea de fuego”; no me resigno a sentir que poco a poco la violencia irá creciendo al grado de no importarme ya si la economía va bien, si hay más médicos, si incrementaron el presupuesto en educación, si aprobaron la reforma política, o si mi hijo ya aprendió a leer o si mi hija ya toca una pieza de Joaquín Sabina en su pequeña guitarra, porque el sobrevivir será lo urgente. Y no me resigno porque, como todo ser humano pensante, tiendo a la libertad y al derecho de conseguir mi propio concepto de la felicidad.

Si hay una solución, que se apliqué ya. Porque cada vez más se acerca la pálida dama a mi puerta y no le pienso abrir.

Atte.
...Donde El Olvido

Erubey

lunes, enero 25, 2010

Un Sábado Cualquiera

No hubo fiesta, ni pastel, ni regalos....

No hubo misa, reflexiones, ni retratos...

No hubo ceremonía, ni diplomas, ni anillos...

Ni ninguna mamada por el estilo.



Solo hubo una botella de ron...

Unos amigos entrañables...

Y mucho, mucho Sabina... cual debe ser.



Hoy los caminos ya no son los mismos, se comienza uno nuevo.

Fueron 5 años de no dejar de avanzar.

Fueron 5 años de pensar si podría o no.

Fueron 5 años de crecer, de caer y levantarme.



Fue un sábado cualquiera... solo que ese sábado acabe por fin una carrera.



Y si... que Viva la UNAM!!!



GOYA!!!

GOYA!!!

CACHUN CACHUN RA RA!!!
CACHUN CACHUN RA RA!!!

GOOOOOOYAA!!!

UNIVERSIDAD!!!!