martes, octubre 06, 2009

Rutinas

Se muere lento en las profundidades de la monotonía. Se van desgastando los huesos como un terrón de lodo seco. Los ojos, cansados de llorar, y abrirse, y llorar, y abrirse de nuevo, se vuelven un par de higos cristalizados. Las manos, cual lija áspera y gruesa, sueltan la vida de uno como quien deja ir tórtolas al vuelo. Cansan las tristezas del encierro, sin más cadenas que las de la necesidad.
Observas por la ventana como las almas deambulan por el infierno citadino, ignorantes de que su vida ya paso y son espectros de la naturaleza humana: vicios, traumas, celos, ambiciones, codicias, resignación, misericordia. Bultos de virtudes mundanas. Alambiques podridos por la ausencia de pecados veniales.
Regresar al mundo de un tiro de mirada. Fijar la mente en los ordenadores, en los papeles, en las agendas y quitar un eslabón a la cadena que amplíe las distancias entre tu vida y la puerta de salida.

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