lunes, septiembre 28, 2009

Y que pare la abuela...

¡… y que pare la abuela!

Desde hace un par de años, con la quiebra de ENRON y todo lo que posteriormente se desató, la economía mundial fue entrando en lo que hoy es una de las más graves crisis de la historia. Lo más importante de esto es la revisión por parte de muchos de los economistas reconocidos y por los propios encargados de las finanzas de los principales países desarrollados del planeta, sobre los modelos que se habrían adoptado desde mediados del siglo pasado y reafirmados a finales de los 70’s y principios de los 80’s con las administraciones de Reagan y Tacher en EEUU e Inglaterra respectivamente, hablamos del famoso Neoliberalismo.
Este modelo que se sustentaba en la libertad total a los mercados para que estos por si solos distribuyeran la riqueza de manera equitativa, colapsó producto de la propia naturaleza de aquellos que jugaron en el mercado: los seres humanos, con todos sus vicios y virtudes, pero aquí los vicios como la corrupción y una ambición desmedida llevaron a que la famosa riqueza que se suponía bajaría a todos los niveles sociales, nada más nunca descendió. Por el contrario, la riqueza se fue acumulando y las empresas financieras se robustecieron amén de las especulaciones y los manejos oscuros de capitales errantes que terminaron por quebrar a las más importantes inmobiliarias de EE UU y a descapitalizar a los bancos más importantes del mundo. Las respuestas de los Estado ante esta situación fue la inyección de capital público a los bancos y empresas (la estatificación como la llaman en EE UU).
Hoy que se reúnen de nuevo los Poderosos (pero en números rojos) del G20, se espera que dejen clara su postura ante esta crisis financiera. Ya en abril de este año vertieron un pliego de 20 puntos, en los cuales, principalmente, hablaban de las responsabilidades de ellos ante la crisis. La falta de una regulación sería y honesta, el libertinaje de las empresas, el mal uso de los instrumentos financieros de deuda, etc.; anexo a ese tema, dejaron en claro que los objetivo inmediatos eran la estabilización de los mercados, el respaldo a las instituciones financieras para evitar descalabros mayores (EE UU invirtió en empresas y reestructuro a General Motors y Chrysler, Reino Unido rescato sus bancos, como ejemplos); y sobre todo y ante todo, recuperar los niveles de empleo que cayeron por los suelos antes las quiebras de las empresas motivo de sus créditos lazados a los aires.
Con este panorama y en uso de los refranes que tanto nos gusta hacer, podemos decir que las economías emergentes al ver lo que sucedía con las grandes potencias, deberían de aplicar aquello de “si ves las barbas de tu vecino cortar...” (pon las tuyas a remojar para los que no se lo saben). Pero no, no todas las Naciones lo han hecho y una de ellas es la nuestra. Dice otro dicho “ya éramos muchos y que pare la abuela”, ¿y por qué lo digo? Simple. Los niveles de desempleo en los últimos meses han sido los más graves desde 1995, el último reporte habla de más del 6% y con el riesgo casi inminente de que se sumen a ellos un millón más de des-agraciados para el otro año (salve el señor y no sumemos en esa lista); así también y por mucho que la banca en México se ha mantenido en situación estable, y que por más que fluctúa el dólar no se a convertido en dolor, no es para más arreglar el dichillo anterior y dejarlo en algo así como “ya estábamos jodidos y que se le prende el foco al gordo”. No es posible que en plena crisis mundial el gobierno mexicano pretenda adecuar las finanzas públicas a través del incremento de impuestos. No es posible que cuando lo que se necesita es empleo, incentivos para que las empresas se recapitalicen y vuelvan a contratar a las personas, apoyos para desempleo pero de manera sería, se le ocurra esa soberana barrabasada; cuando esto lo que se necesita es apoyo, nos recetan una de penicilina en supositorios para paquidermos. El incremento de los impuesto se reflejará en una inflación mucho mayor que la de este año, los desempleos se irán de nuevo por las nubes y las empresas que aún no quebraban, pues terminarán de colgar los tenis mercantiles y cerrarán para no volver, por lo pronto.
En la plaza comercial de cerca de la oficina, poco a poco hemos ido observando como se van cerrando los locales desde el segundo trimestre de este año; al grado que por cada veinte locales han cerrado casi cinco. Las filas en las oficinas del IMSS para solicitar sus certificados de jodidos (es decir, el certificado de desempleo) son de dar la vuelta a la esquina. Los bancos ya no están prestando tan fácilmente y se ven cada vez mas signitos de pesos pegados en los parabrisas de los autos (antes se podría pensar que para cambiarlo por otro nuevo, hoy estoy convencido que es para pagar la renta, o la letra del crédito hipotecario, y los de la clase media en peligro de extinción, la colegiatura del colegio patito de los hijos). Con esta realidad a los grandes sabios de nuestro gobierno se le ocurre que 2010 es buen año para dejar de depender del petróleo (el cual no vendió lo que se esperaba por causa de la misma crisis, obviamente). Aquí me sonó a decirle al enfermo: “mire uste, sus niveles de colesterol son extremadamente grave, y aunque el medicamento que le haría mejorar lo tenemos, hemos decidido, antes de eso, cambiar la dieta del hospital a papas a la francesa, donas cubiertas y churros rellenos”, ¿así o más?
2010 es ya para los mexicanos como el 2000 para la humanidad: una fecha ya casi mítica. Todo mundo habla del Bicentenario, del Centenario de la parodia revolucionaria mexicana. Todos ya hacen sus monumentitos, sus placitas, sus kiosquitos, y les ponen “... del Bicentenario”, incluso no faltará el que ponga unos baños públicos en honor a nuestra Bicentenaria Patria (¿por que los municipios no tienen lana? Revisen esos gastos). Pero 2010 no es solo ese año patriótico que nos hará hincharnos de orgullo mexicano. Es la fecha en que, si se aprueban el paquete con los incrementos como están, será el Waterloo de Don Calderón y su sancho (mega)panza.
Muchos inconformes hablan ya de movilizaciones masivas y hasta de actos subversivos con tintes revolucionarios. México no esta para una misa. Esta para una transfusión de materia gris, por que la de los gobernantes ya se seco de tanto shampoo EGO. El gobierno es el que se debe de apretar el cinturón, recortar personal de alto nivel que trabaja por honorarios millonarios, quitar Subsecretarias, Direcciones Adjuntas, cuerpos de Asesores, vehículos de lujo, boletos de avión que nadie usa, compras millonarias de material de oficina que se pueden comprar a mitad de precio, recorte de gastos de operación, de viáticos, de representación. Recortar el presupuesto del Congreso, de la Suprema Corte, de los Partidos Políticos. Eliminar las pensiones de los cuatro expresidentes que quedan y de las familias de los que ya pasaron a peor vida (por que pa’vida la de ellos aquí). Recortar aún más los tiempos de campaña para las elecciones del año entrante. Terminar ya con la famosa tenencia y con las excepciones al pago del ISR y bajarlo para la clase obrera, incrementar el IVA en el caso de artículos de lujo extremo como joyas, casas residenciales, yates, ropa de marca (hay vestidos de casi medio millón de pesos, pregúntenle a Martita o a la Gaviota). Acabar todos los privilegios de las grandes empresas, que se cobren los impuestos por la venta de Banamex con actualizaciones y recargos por transas. Y una tanda más de etcéteras.
¿Por qué siempre tienden a pedirle a pueblo que se amarre el cinturón de 20 varos, mientras ellos andan con un Armani a toda madre?
¿Por qué en tiempos de crisis de empleo y flujo de capital privado pretendes cobrar más impuestos? (me suena a combatir la sequía tapando el pozo)
¿Por qué nadie dice nada?
Lo seguiremos diciendo: México es un país muy noble, pero para crecer necesitamos ser activos, honestos, comprometidos y responsables para poder alzar la voz de inconformidad.
¿Quién dijo yo?

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