jueves, diciembre 03, 2009

- "Sufragio Efectivo... ¿Soberanía Popular?" -

En pleno aniversario de su tercer año como presidente de este país, Felipe Calderón envía al legislativo una serie de iniciativas encaminadas, dice él, a ser el segundo paquete de reformas de fondo. Entre estas reformas sobresalen las figuras de la reelección de legisladores (diputados y senadores) y de alcaldes, así como la figura de la iniciativa ciudadana; también se habla de reformas a los medios de comunicación para hacer del uso del celular y de la Internet algo común y de acceso a todos los mexicanos. Nos enfocaremos en el aspecto reeleccionista por el momento.

Desde hace un siglo en México se pugna por la no reelección, fue bandera de la llamada “revolución mexicana” a partir de lo escrito por Francisco I. Madero. Al triunfo de los “revolucionarios”, que a la pos sería la “familia revolucionaria” y se institucionalizarían en el PNR, PNM y después en el PRI, está siguió siendo bandera oficialista; incluso antes de la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de la República (e incluso tiempo después y en algunos caso hasta la fecha) se usó la frase “Sufragio Efectivo, No Reelección” como rubrica de documentos oficiales, al grado que muchos pensaron que era un mandato constitucional y que si no se plasmaba no tenia validez el documento. Total, que la cultura de la no reelección ha perdurado hasta la fecha, tanto en la sociedad como en la propia clase política.

En el caso de la sociedad, el pueblo en concreto, la idea de una reelección causará confusión y controversia, incluso en los sondeos que se deriven del tema no dudo que las opiniones se dividan. ¿Por qué? Son dos las razones que pensamos se pueden dar. La primera es que la idea de la reelección, sobre todo en el ámbito municipal, a muchos les significará un premio a la corrupción; seamos honestos: ¿cuántos de los 2,438 municipios presentan casos de “caciquismo”? ¿Cuántos de ellos cumplen a cabalidad con las leyes de transparencia de sus estados? ¿Cuántos de ellos manejan de manera clara los recursos municipales que entran en los supuestos del art. 115 constitucional que les faculta para administrar libremente su hacienda y finanzas propias? Siento que la mayoría de los municipios rurales (y uno que otro urbano) caen en estos supuestos. Por ello mucha gente podría pensar que, si con todo y que ahora no se pueden reelegir, las elecciones muchas veces son fraudulentas, se usan recursos públicos para beneficiar a los candidatos del alcalde o del partido en el poder, qué no será cuando estos se puedan reelegir. Por otro lado estarán los que crean (y me incluyó) que la reelección puede ser vía de profesionalización del servicio público municipal y de los propios gobernantes, consultar a los tres años a la población para saber si el rumbo va bien o no, es un síntoma democrático, pero aquí coincido con Porfirio Muñoz Ledo, en que a la reelección le falta su “contraveneno”: la revocación del mandato. Si puedo reelegirme como alcalde, diputado o senador, también debo someterme a la voluntad del pueblo en el caso de que mi desempeño no sea el adecuado. La revocación del mandato vía un plebiscito daría una herramienta más que útil al pueblo para expresar su voluntad como ente del que emana el poder político de la sociedad. Pero seamos honestos, ese paso no se dará, por que la clase política no va a permitir que el pueblo tenga esas facultades (aunque por naturaleza política le estén conferidas), perderían el control del barco y la tripulación se les amotinaría. Y en cierta forma tienen razón. La sociedad mexicana, en un porcentaje muy alto, no cuenta con la cultura política que permita el ejercicio libre de esos derechos, todavía muchos se dejan manipular, chantajear, presionar o comprar por lidercillos de poca monta (y no tanta) al momento de ejercer sus derechos políticos. O simplemente vota por cuestiones más cercanas a la “popularidad” y a las emociones, que a la viabilidad de proyectos o al voto razonado.

En el caso de los legisladores, la clave es: ¿por cuantas legislaturas podrán reelegirse? ¿Qué fin tendrán los diputados y senadores plurinominales (desde el lunes llamados “de lista”, como no se les llamaba desde los años 50’s, con la finalidad de confundir las figuras ante la población, eso es claro)? ¿En que porcentaje se reducirá el numero de legisladores? La postura de un servidor es clara en este sentido: dejar por un máximo de tres legislaturas a un diputado y dos a un senador; desaparecer la figura de los diputados plurinominales, y de persistir (como se que será) limitar a que los plurinominales se reelijan por voto directo, y se niegue a los de distrito la reelección por vía plurinominal, y en el caso del senado no existan plurinominales; se reduzca a trescientos los diputados y a sesenta y cuatro los senadores. El país necesita que los gastos se enfoquen en políticas públicas y no en gasto corriente, que la democracia sea real y no de tinta y papel.

Asimismo se debe de aprobar la figura de la iniciativa popular (o ciudadana como lo marca la iniciativa del Presidente) y agregar y fortalecer las del referéndum, el plebiscito y la revocación del mandato. Como complemento se debe de reformar de manera sustancial la Ley Electoral y la de Educación para impulsar con mucho más fuerza la educación cívica que genere una cultura política acorde a los tiempos actuales en donde la democracia participativa es la tónica en muchas Naciones de todos los continentes. Y si ya de paso al reformar la Ley Electoral desaparecen los Institutos Estatales Electorales, y se trata de empatar las elecciones locales con las Federales, el gasto democrático (somos la democracia más cara del mundo) se vería sustancialmente reducido.

La moneda está en el aire. Los debates empezarán de manera interesante a partir del primer periodo de sesiones del año entrante, este ya no da para ello.

Punto y seguido.

Signos de Interrogación. ¿Por qué no se rescata la reforma en materia de Seguridad Pública? Ahí hay un paso más que importante, y aunque no está completa si tiene matices interesante, como la unificación de corporaciones y el mayor control de los elementos policíacos. Y de paso que le agreguen algunas cosillas, mire usted: ¿No le parecería aceptable que las averiguaciones previas las integraran agente investigadores (lo que se conoce en EE UU como detectives), y que estos fueran policías de carrera que pasan por exámenes de conocimientos, aptitudes y capacidades psicológicas? ¿Qué le parecería la desaparición de la política judicial (metamorfizada ya como ministerial o investigadora)? ¿Qué le parecería la creación de las fiscalías en lugar de los obsoletos y corruptos ministerios públicos, con abogados de carrera que presenten cartas credenciales de escolaridad y desempeño de su profesión y aprueben exámenes serios y de primer nivel? ¿No sería motivo de confianza el contar con sistemas de investigación modernos y profesionales con la más alta tecnología y que fueran operados por verdaderos profesionistas, y no los peritos que tenemos ahora que alteran los lugares de algún crimen sin el menor conocimiento? ¿No cree amigo lector que tener una base de datos única de elementos policíacos evitaría casos como los secuestros más sonados en los últimos días, donde policías en activo participaron? Lo dejamos de tarea.

Atte.
. . . Donde El Olvido

Erubey Gtz.

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