domingo, abril 11, 2010

No Pienso Abrir

Era el año de 1994, con 18 años encima estaba por terminar mi bachillerato en el IPN. Las noticias de ese entonces no eran otras que la aparición de la guerrilla en la selva Lacandona. Recuerdo muy bien esto porque nos fue pedido un breve ensayo sobre dicho conflicto por la profesora de Filosofía, materia que en esos días no era de mayor trascendencia, dadas mis aspiraciones de ser Arquitecto. Por ende la política no era de mi agrado, mis preocupaciones eran más que triviales y enfocadas a ser un gran artista que plasmará su talento en la edificación. Aquel ensayo verso muy simple y vago, para mi entender de hoy día. Pero recuerdo mucho la frase con la que concluí: “de ahí deriva mi preocupación de lo que está pasando, porque lo último que deseo es ver a mi país en un conflicto como el de los Balcanes”.

Hoy afortunadamente mi visión de la realidad y del mundo es otra, pero el lado desagradable es que las posibilidades, las consecuencias y los riesgos me son más tangibles. Hoy mi país está sumergido en una guerra civil, mexicanos contra mexicanos. Hoy todos los días mueren decenas de personas. Apenas hace unas semanas sentí la misma opresión en el pecho de aquel año del 94 al saber que un gran amigo burlo a la muerte en ese desolado y crítico páramo de la violencia que es Ciudad Juárez cargando aún con la bala en el cuerpo. Apenas ayer descolgaron a dos jóvenes del puente por donde paso cada domingo para llevar a mis hijos a comer un helado y ver una película. Apenas hoy por la mañana asesinaron a un vecino del barrio que tuvo la mala suerte de ser policía municipal, incluso fue mi cuñado por un par de meses en la juventud, pero mi hermana siempre fue de gustos cambiantes. Hoy vuelvo a tener ese mismo miedo de hace 16 años, solo que acrecentado, porque no se qué es lo que pasará con este México.

No sé que cruce por la mente de aquellos en los que recaen las decisiones. Ser politólogo me abre panoramas muy amplios, y eso me lleva a un nivel de angustia mayor, porque no veo un mínimo sendero por donde salir del pantano en el que estamos todos metidos como sociedad. Hoy pasan por mi cabeza los jóvenes de Juárez, los del TEC, los de la sierra, los niños que iban a la playa en Matamoros, y todos aquellos inocentes que no salen en los medios, pero que si crean el vacio de la desolación entre los suyos.

Han dicho que son daños “colaterales”, que toda guerra tiene sus víctimas inocentes. Pero soy honesto: no me resigno a que mi familia ya no pueda salir a la calle, a que no pueda viajar cayendo la noche por miedo a entrar en la “línea de fuego”; no me resigno a sentir que poco a poco la violencia irá creciendo al grado de no importarme ya si la economía va bien, si hay más médicos, si incrementaron el presupuesto en educación, si aprobaron la reforma política, o si mi hijo ya aprendió a leer o si mi hija ya toca una pieza de Joaquín Sabina en su pequeña guitarra, porque el sobrevivir será lo urgente. Y no me resigno porque, como todo ser humano pensante, tiendo a la libertad y al derecho de conseguir mi propio concepto de la felicidad.

Si hay una solución, que se apliqué ya. Porque cada vez más se acerca la pálida dama a mi puerta y no le pienso abrir.

Atte.
...Donde El Olvido

Erubey

No hay comentarios: