domingo, julio 10, 2011

Duele en la dignidad la muerte de un hombre libre


Calla el cantor y calla la vida. No caen lágrimas de dolor, salen letras de indignación. El silencio a Facundo duele en las entrañas, el desdén de los medios al hecho cala hasta los huesos. No muere el cantor, nos arrebatan las esperanzas y las pocas alegrías. Los tiempos oscuros no están solo bañados de sangre, sino arropados de indiferencia, apatía y mediocridad. La vida se nos cae a pedazos y nosotros buscando a dios en templos o frente al televisor, en un balón de fútbol o una revista del corazón. Muertos hay por cientos a diario, pero nos indignamos por aquellos que más duelen, porque suenan a omisiones, a corrupción y decadencia oficial. Podría verter tantas citas de canciones, cuentos, poemas, novelas o sonetos, que reflejaran como desde siempre el dolor ha dolido, como la sangre ha manchado y los llantos se han vertido. Hoy no veo más un destello que me deje alguna esperanza. Por doquier se cumple aquello del poeta: “por temprano que te levantes, ya está lleno de pendejos”, cientos de ellos gritando contra el movimiento de Sicila, otros cientos mentando la madre al Presidente, otros más besándole la mano a López Obrador y otros tantos más creyendo que el PRI es la salvación. Estamos rodeados de pendejos y por ende quedamos como pendejos observando la vida pasar, aferrados a ideas que no aplicamos y llenos de impotencia ciudadana.




No puedo escribir más, hay cientos de letras que darían imagen a mi sentir, las de Facundo hablan por sí solas todas. Me repliego a procesar mis emociones y buscar en el desván aquello que me haga revivir un poco.




Duele, duele en la dignidad la muerte de un hombre libre.

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