sábado, julio 11, 2009

-Bajo el cobijo del Dinosaurio-

Muchas explicaciones se han dado ya sobre los resultados electorales del pasado 5 de julio. Desde el castigo al Gobierno Federal, al PAN por sus campañas de odio, los estragos de la crisis o las espeluznantes cifras de ejecutados por el narcotráfico; sin embargo pienso que hay una razón más que podemos agregar, e incluso ponerla en un nivel prioritario en lo que a relevancia compete: el nivel de cultura política en un sistema democrático liberal, como el que se dice tiene este país.

Poner únicamente sobre la mesa a los tres partidos es ver las cosas como ellos lo quieren: aceptar a la democracia sólo a través del prisma de la partidocrácia. Pero me pregunto ¿dónde queda la sociedad? ¿Qué papel juega la sociedad civil organizada? ¿Qué no son los ciudadanos los que avalan y legitiman a los poderes con su sufragio? ¿Qué no somos la sociedad el ente generador del poder político?

La elección del pasado domingo 5 de julio, deja entrever lo que el presidente del ahora extinto Partido Socialdemócrata (PSD) expreso en su discurso de salida: “la sociedad mexicana es aún muy conservadora”, y es verdad. La sociedad mexicana en estos días se me ha figurado un niño “bien”, del tipo que durante todo el inicio de su vida ha contado con sus padres, pagándole el colegio, comprándole su ropa, dando la cara por él ante cualquiera, en fin, una persona que sin ser un inútil (por que no lo es, pensemos en alguien que saca buenas calificaciones, que cumple con sus deberes de casa, que maneja su dinero responsable, etc.), depende de sus progenitores para sobre vivir. Ahora pongamos a este joven ficticio en una situación de independencia, deja los padres y ahora tiene el que ver como salir adelante; deberá de atender responsabilidades de su casa, pagar las colegiaturas de la universidad, buscar un empleo que le genere ingresos, y para colmo en casa ya no habrá quien le prepare la comida, le lave la ropa, le despierte por las mañanas, en fin, una situación de valerse por si mismo en todos los aspectos. Aquí hay de dos sopas: si el joven fue bien educado, con valores y principios que lo hacen un hombre responsable, participativo, emprendedor y demás, pues sacará al “buey de la barranca”; pero si a sus padres les falto inculcarle eso, tal vez termine buscando la salida fácil o tomando decisiones en busca de quien le proporcione esa estabilidad que le hace falta (regresar a su casa, un matrimonio tal vez, o buscar a los abuelos, etc.). En esa circunstancia está la sociedad mexicana.

Desde 1997 decidió, harta de la corrupción del sistema, ir cambiando a los actores políticos con la esperanza de que estos les dieran la estabilidad que deseaban; y tal vez en el fondo los nuevos políticos pretendían eso, pero pronto empezaron a actuar de manera similar a los que estaban antes, a caer en excesos, incapacidades, corrupciones, nepotismos, etc.; no falto la entronización de un salvador que llegado el momento no estuvo a la altura y generó desencanto, frustración, coraje. A 14 años de ese inicio, la sociedad mexicana estaba en la calle, con ganas de salir a delante, pero sin saber como. Así que esperó la próxima llegada el tren y definir su destino. ¿Por cual optó? Por la opción que en algún momento le dio esa sensación de bienestar. Pensó que nunca antes los diarios estaban plagados de muertos en cantidades abominables. Qué nunca antes vio como el gobierno estaba paralizado ante una crisis externa y dejó de hacer lo propio, recordó que la crisis del 95, que fue endógena, fue superada, con acciones impopulares, pero al final entregó un país en el 2000 sin crisis sexenal. Pensó que los de antes, pues eran los de antes (como aquellos que siente que sus padres pudieran ser mejores, pero son sus padres y dicen los cánones morales que a los padres “no se les juzga”), y olvidaron que estaban votando por los hijos de políticos que son expertos en fraudes electorales, de políticos que reprimieron y sumieron a sus comunidades étnicas en la miseria, por los políticos que dicen tener la fórmula para sacar el país adelante, por que lo que saben muy bien es administrar el poder y sólo eso. Optaron por las frases de “administrar la riqueza”, “arriba y adelante”, por el regreso de la “solidaridad”, y creyeron de nuevo en la “renovación moral” y en el cambio de piel. Volvieron a endosarle su futuro a los que creen tienen la experiencia y la capacidad de hacer bien las cosas. Y si lo vemos desde ese prisma, creo que no se equivocaron.

El PRI desde el año 2000 trató de hacer ver al gobierno panista como incapaz, como falto de experiencia; lo peor del asunto es que Don Vicente Fox más rápido que tarde les dio la razón, y con errores y declaraciones desafortunadas abonó para que surgiera la figura de López Obrador, el cual si representaba un peligro para México, pero no para el México de usted o yo mi querido lector, no, para otro México, uno de tantos que hay, el México de las oligarquías. López con sus discursos levanto a la gente e hizo cimbrar a los grupos en el poder, por que el miedo no era un gobierno social o populista como ellos decian, sino la llegada de una nueva clase política que como en otros países, llegarán para hacerse del poder, del dinero y de los recursos. Ese fue el miedo. No el miedo al señor de la tienda de la esquina, ni al campesino de la Sierra de Guerrero, ni al purepecha, menos al chavo del micro o a la secre del Lic. Fulano de Tal. Esos nunca hemos contado, ni para ellos ni para nadie. Sin embargo en 2006, ante ese riesgo tomaron por la cara al PAN y apoyaron su proyecto de candidatura; de esa forma vimos a los gobernadores del infame “TUCOM” poner a disposición su aparato político. Y polémicamente, pero gano Calderón.
Ahora bien, ¿realmente algún panista pensó que el PRI se sentaría a ver las elecciones del 2009 como en el 2006? Si fue así (que creo lo fue) pecaron de ilusos. El PRI tiene toda la experiencia del mundo en lo que a control de estructuras políticas se refiere, lo malo fue que del 2000 al 2006 no tenían una figura que supliera la posición angular de la conducción del partido que tenía el Presidente de la República, y salió un Roberto Madrazo que lo único que pretendía era la silla del águila, y por eso falló; de ahí la opacidad del PRI en el 2006. Pero 2009 no era 2006, poco a poco el PRI fue demostrando que tenía el control de los estados donde gobernaba, a pesar de los problemas que se suscitaran: Marín gano todo en Puebla en sus elecciones intermedias, Moreira terminó de desaparecer al PAN de Coahuila, Herrera consolidó su control en Veracruz, Natividad fue allanándole el camino a su gallo en Nuevo León, y así todos y cada uno de los estados. Recuperaron Yucatán y Nayarit. El “dinosaurio” (como le llaman), estaba vivo y daba pasos firmes.

¿Cuál fue el secreto del 5 de julio? La consolidación de ese cuerpo colegiado que conforman los gobernadores, los líderes de las bancadas del congreso, la presidenta del partido y los líderes de sus sectores (el obrero, el campesino y el popular). Ese conclave fue el artífice de la estrategia. Una estrategia enfocada a parecer esa madre o padre amoroso que espera al hijo de regreso después de una cuantas noches fuera de la casa, hambriento, temeroso, inseguro, con ganas sólo de una cosa, de sentirse “cobijado”. Crearon la imagen de patriotas en la toma de protesta de Calderón, llegando con banderas en la mano. Evitaron que las divisiones entre izquierda y derecha los tocaran. Dejaron en el ring a López y a Calderón en su lucha en lodo, mientras ellos con su cesto de palomitas en mano, observaban. La necesidad de seguridad, de certidumbre, de tranquilidad, es lo que ha movido a la humanidad a dejar de ser nómadas y buscar el sedentarismo, y de ahí “pa’l real” como decía mi abuela.

El reto es enorme para los pocos que aún pensamos que este país no está bien, ni con unos, ni con otros; esos casi dos millones de ciudadanos que anularon su boleta o votaron por un candidato no registrado, debemos de pensar que hay acciones muy difíciles de realizar en el futuro. La educación cívica de esté país que se imparte en las escuelas, genera votantes como los casi trece millones que votaron por el PRI, o los diez del PAN, o los mas de un millón que votaron por “Juanito”. Ciudadanos que merecen que les cumplan aquello que buscaron al sufragar por ellos o por cualquier otro partido. Lo triste es que no será así.

México necesita a su pueblo, un pueblo que tenga la convicción de que se debe y puede estar mucho mejor de lo que se está hoy; un pueblo con cultura política medianamente democrática, que sepa participar por si mismo y exigir de quienes fueron depositarios del poder, que sólo recae en el pueblo mismo, los resultados reflejados únicamente en un desarrollo y bienestar de todos y no sólo de unos cuantos. Mientras nuestro sistema educativo no genere este tipo de mexicanos, seguiremos viendo como nos cobijamos a la sombra del dinosaurio “pa’ que no nos de duro el sol”.

Terminado como un pendenciero, grito a la puerta del lugar:
¡¡¡Si hay Sociedad Civil Organizada en este país, que se pare a ver si como ronca duerme!!!



Atte.
... donde el Olvido


Erubey Gutiérrez
Politólogo

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