lunes, marzo 21, 2011

- "Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga" -


Siempre he pensado que no hay nada como vivir el hoy. No sabemos que nos depara el destino y cómo será el día de mañana. No podemos meternos en el pasado, girando y girando sobre los errores cometidos y arrepintiéndonos de la mitad de nuestras fallas. Vivir en el “hubiera”. Por otro lado tampoco se trata de la planeación eterna, de pensar sobre que harás el mes siguiente, el año siguiente, la década siguiente. Eso de vivir en el “será” nos desgasta.

Así he pensado, así pienso. El minuto de ahora no regresa, hay que aprovecharlo.

Sin embargo hay puntos de inflexión. En mi vida han existido varios. Uno de los más importantes fue la muerte de un buen amigo, casi de mi edad, por culpa de la irresponsabilidad de beber y conducir al mismo tiempo. Desde entonces esa combinación no la aplico. Hubo otro punto, ese apenas hace unos meses, la partida de mi amigo Pepe Landa, “el mago” como ahora lo defino. Si alguien vivió su vida al límite fue él. Y esa misma circunstancia lo llevo a dejarnos antes de los 50. Esta partida aún duele, aun se siente, porque te quedas con ganas de haber aprendido más de él.

Hoy se presentó un momento crítico. Demasiado. Una visita al médico a tiempo siempre es buena. Hoy me he enfrentado al concepto de “futuro”. Si quiero ver crecer a mis hijos, dar ese viaje alrededor del mundo con Alize, si quiero ver a Bruno llegar a la secundaria, hay que cambiar. Si quiero irme el año siguiente a Cuba a sacar la Maestría, si quiero vivir unos años en Europa para sacar un Doctorado, si quiero regresar y ver como se me arruga la piel y se pone de color cobrizo bajo los rayos del sol caribeño, hay que cambiar. Si aquel dijo “pase de la raya por pasar por el aro”, creo hoy tengo que hacer lo mismo.

No, sigo pensando que debo vivir el hoy, pero quiero muchos hoy más, muchos más. Adiós al buen ron, adiós al sofisticado coñac, al elegante whisky, adiós al anís gratificante y al tinto generoso. La trasnoche deberá aprender a sobrevivir en sobriedad. Adiós también a los placeres alimenticios. Adiós a las carnitas, a la panza, a la barbacoa, a los cortes argentinos y brasileños, adiós a los embutidos y carnes frías. Ni hablar de los habanos, ahí si derramaré una lágrima. Adiós a esos placeres y bienvenida la búsqueda de nuevos… un poco más sanos.

Amo la vida, amo a mis hijos, a mi esposa, a mis amigos, a mi gran compañera y cómplice. Amo ver un atardecer y una noche estrellada en mi montaña fría. Amo el mar del Caribe y una calle en alguna ciudad Colonial. Amo una buena comida, una buena compañía, una buena charla. De verdad amo la vida, a mi MI VIDA y pienso seguir aquí hasta que el destino me alcance. Me comprometo a no dejar de ser yo, por eso hoy me doy a la fuga. En fin.


Donde el Olvido... La Casa de Asterión.


Erubey

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