martes, mayo 22, 2012

Carta abierta a Manuel Espino


Sr. Espino:

Gasto letras en esta carta no por el simple interés de abonar a su efímera fama, dado su posturas que le tienen hoy de la mano del Sr. Peña Nieto, las gasto con la intención de no dejar pasar estos hechos, y dada la plática que sostuvimos en el año 2010 junto con otros compañeros, ahí por los rumbos de las barrancas de Santa Fe, hablarle de frente como en ese entonces  y decirle la gran desilusión de verle hoy sumado a un proyecto como el del candidato del PRI a la Presidencia de México. Pensé en llenar los espacios con ideas y argumentos que salieran de mi hoy constante desilusión por el bajo perfil que la clase política muestra día con día, “ya no pueden bajar más” pienso, pero de pronto la nota es usted pidiendo el voto para el PRI, por eso mejor transcribo algunos párrafos de quien sabe cómo se siente la incongruencia de los que en algún momento enarbolan ideales humanistas:

“Y después dejaron de ser pujantes, declinaron su agitación y su potencia, abandonaron la inspiración inicial y fueron, o volvieron, a escuchar la música seductora del poder, del dinero, de la fama o del placer. Y ya vacios de ilusiones en la suave mediocridad, opulentos en el desprestigio de sus incongruencias, los que antes tuvieron hambre de servicio a un propósito superior o sufrieron el dolor de la injusticia social no se atreven ahora a reconocer sus miserias para reivindicarse y pedir perdón con la humildad que enaltece a quien reconoce sus muy humanos yerros. Pusilánimes, ofenden con disimulo a quienes les confiaron sus esperanzas.
Esos individuos que se volvieron condescendientes, colaboracionistas, cómplices silenciosos de lo que una vez combatieron, ahora son arrogantes como cisnes, mansos como palomas y prudentes como serpientes. Sepultaron sus ideales y abandonaron el honor, valor supremo que dignifica y enaltece al ser humano. En su frivolidad indiferente al humanismo que clama por compromiso de almas gigantes, algo negociaron por paladear un plato de lentejas, o simplemente perdieron altura de miras, se volvieron ciegos para no ver la magnitud de su soberbia.
Por esos personajes suele generalizarse la insultante opinión de que todos (en la política) son iguales. Por gente así, a la primavera de los ideales que dignifican la vacación humana se anticipa el invierno que congela la esperanza. Quien aún tenga sensibilidad en el alma puede escuchar la voz de su conciencia y, mientras haya vida, corregir con honestidad y recta intención.
Conscientes de que la dignidad se gana o se pierde, los que enamorados de un ideal paladeamos entonces lo amargo de la ingratitud de la política para poder saborear la dulzura del fruto del humanismo de Acción Nacional,  al paso del tiempo y ya cerradas las heridas, podemos regocijarnos en la satisfacción de haber sepultado un pasado que no deseamos volver a recorrer…”

Son palabras suyas, plasmadas en su libro “Señal de Alerta”. Donde también lanza una advertencia:

“…pretendo alertar sobre la posibilidad de que,… Manlio aproveche la fuerza que se le ha concedido desde el Gobierno Federal para influir en la elección de los candidatos a Diputados Federales por diversos partidos, pasa asegurar una mayoría legislativa en las elecciones del 2009, preludio de la elección presidencial.”

Sorpresa, Manlio sigue ahí y en el mismo lugar, y con la misma gente (como dice el cantor popular). ¡Qué cosas verdad!

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